Se inauguró el 1 de septiembre de 1881 el primer torneo abierto de Estados Unidos, disputado entre 26 participantes en las pistas de hierba de Newport (Rhode Island) y que precisamente ganó su primo, el joven Dick Searss.
A finales del siglo XIX (de 1895 a 1897), comienzan a regularizarse una serie de torneos entre jugadores británicos y norteamericanos, que un jovencísimo jugador de 20 años llamado Dwight Davis decide consolidar bajo un torneo estable al que llamó con su propio nombre, la Copa Davis. La primera edición se disputó con gran éxito en Boston en 1900, abierta ya a todos aquellos países que quisieran participar.
Cuatro años antes, el tenis también se abrió paso en los Juegos Olímpicos de Atenas 1896 y sería uno de los deportes estrella hasta su supresión como deporte olímpico en 1924 (volvería a ser admitido en Seúl 1988).
En Australia, en 1905 también se funda un torneo “abierto” para todos los aficionados, el Campeonato de Australiasia (que se convertiría en “sólo” Australia en 1927), aunque durante muchos años estaría vetado a jugadores foráneos y sólo tendría una repercusión local. Sin embargo, durante los años veinte creció el prestigio de los jugadores australianos y la Federación Internacional de Tenis, fundada en París en 1913, decidió considerarlo uno de los campeonatos “grandes” (“majors”), junto con Wimbledon y el Open de Estados Unidos.
A estos tres grandes, pronto se les unió el Campeonato de Francia, que, si bien se disputaba desde una fecha tan temprana como 1891, lo cierto era que estaba restringido a jugadores miembros de la federación de tenis francesa. Cuando con buen criterio, a partir de 1925 se decidió abrir la competición parisina a cualquier jugador extranjero o nacional (en pleno apogeo de Suzanne Lenglen y de “los cuatro mosqueteros”), los Internacionales de Francia se convirtieron en el último integrante de los ya entonces conocidos como los cuatro torneos del Grand Slam.
